mardi, décembre 4

Girl just want sex

A propósito de seguir, simplemente me recostaba en mi cama, esperando nada en especial, escuchando mi disco favorito y pensando en el infinito. Incluso cuando sonó el teléfono tardé en bajar al planeta Tierra para ver qué era lo que necesitaban de mí. Y oí su voz. Esa voz que nunca esperé que llamara, mucho menos si eran las cuatro de la mañana.

-Hola, ¿Estabas durmiendo?

-Hola, no precisamente…

-¿Querés venir?

Y él sabía que no necesitaba respuesta alguna. Y yo sabía que no necesitaba pregunta alguna.

-Si, ya voy, esperame.

Y unos minutos después, estaba lista para salir de mi departamento e ir en busca de la aventura.

Toqué su puerta y al instante apareció él, sin camisa, y solamente con unos pantalones de jean y unas zapatillas blancas. Lo demás no me importaba, él seguía hermoso como siempre y en seguida me dejé caer en sus labios sin decir ninguna palabra, esperando que él respondiera con tanta pasión como yo quería. Y así fue.

Pronto terminamos en su habitación, especialmente en su cama, sin nada de ropa más que la interior y yo ni siquiera tenía puesta la parte superior. Seguimos besándonos y su cuerpo emanaba un calor indescriptible, un calor febril. Ese calor que me hacía sentir protegida de cualquier cosa y no tenía que hacer millones para conseguirlo.

Y así era nuestro amor. Llamarnos cuando nos necesitábamos, cuando queríamos hablar de cualquier cosa o simplemente cuando queríamos acostarnos y hacerlo desenfrenadamente como esta noche. O por lo menos así parecía desde ahora.

Luego de hacer la previa, venía la mejor parte.

Me agarró de la cintura e hizo que me suba arriba de él. Sus manos tocaban mis pechos y mis caderas se balanceaban encima suyo. Tenía el pelo atado como cola de caballo pero mucho tiempo no duró, así que me lo solté para que cayera en mi espalda y mis pechos. Luego de no sé cuántos minutos, cambiamos de posición y cada vez el sexo era con más fuerza y cada vez gemía más y cada vez él transpiraba más. Y así estuvimos, cambiando de posiciones y de lugar. Pasamos de la cama, al escritorio. Del escritorio, al sillón y del sillón a la cama otra vez.

Terminamos y mi sonrisa recorría mi rostro como si no necesitara más que sólo una llamada inesperada de una persona inesperada. Una vez leí que alguien decía que aceptamos al amor que creemos merecer y este era mi amor del momento. Un amor casual, un amor no-rutinario, un amorío viajero y aventurero. Un amor con alguien que quizá nunca más volvería a ver. Y así lo aceptaba yo, y así lo hacía él, aunque sin tener mucho protagonismo en mi relato. Simplemente me bastaba una llamada, una palabra para caer entre sus brazos y dejarme llevar. Me hacía falta solamente una palabra para sentirme infinita.

2 commentaires:

  1. Hay llamados que son más potentes que el canto de mil pájaros.

    Un gran saludo.

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  2. Qué intenso tu escrito Luz. Siempre tuve curiosidad sinceramente de esas parejas o desconocidos que se veían una vez al mes y se entregaban sexualmente por necesidad.
    Yo soy un caso, no podría. A mí me pasa algo así y me vuelvo loca de lo mal que me sentiría, pero cada uno necesita algo distinto. Yo sin amor no podría y sin motivos o razones, tampoco.

    Claro que, siempre es un punto de vista más y no quita que no me haya gustado lo que has escrito.
    Agradezco tus comentarios y la sonrisa que me sacas cada vez que me das a ver que te gusta tanto.

    Un graaaaaaaaaan abrazo.

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