jeudi, août 11

Somos solo dos almas perdidas nadando en una pecera.

Desgraciadamente soy de esas personas que ven a una persona y se enamoran. Me enamoro muy fácil, suelo entrar en confianza muy rápido y puedo dar todo lo que tengo si veo que esa persona puede llegar a valer la pena. Bueno, a todas mis historias de amor a primera vista que tengo para contar, está la historia de El Saxofonista.

Alguien del cuál no sé el nombre, ni el apellido, ni si tiene hijos, padres separados, ni si fuma, ni NADA. Lo conocí una tarde agotadora en la Gran Ciudad, cuando estaba increíblemente agotada de tanto viaje, porque claro, mi ciudad queda lejos de allí. Yo venía de una de mis consultas al Médico Lechuza (Lechuza, porque tiene una repisa con estatuillas de lechuzas, miles y miles de lechuzas) y teníamos que volver a no sé dónde en subte. Cuando estaba a punto de dormirme, escucho que el transporte público tan feo y que siempre se llena de gente, estaba llegando, y con él, llegaba una melodía de saxo que apenas se escuchaba. Mi locura por el saxo es tal que le pedí a Mamá ir en el “vagón” del susodicho Saxofonista. Y cuando entré y me senté, encontré un músico bohemio, de ojos celestes y pelo castaño. Con ropas ni muy formales, ni lo contrario. Lo encontré tan enfrascado en su música, que prácticamente me enamoré y estuve todo el viaje mirándolo con cara de idiota, pensando que en algún momento iba a despertar de su trance y me iba a mirar con sus ojos color del cielo. Oh Dios mío, había encontrado al amor de mi vida, mi músico tan deseado y encima medio hippie, medio loco. Ya tenía pensado pedirle el número para poder ubicarlo cuando mi película se esté por producir, para que me haga el soundtrack, porque en serio, su música era mágica. Claro, obviamente esta película que acabo de mencionar nunca se va hacer y, claro, el número era para averiguar quién era y acosarlo hasta que se quiera casar conmigo e ir de mochileros por el mundo. Obviamente, me desperté de mi imaginación cuando el subte paró no sé dónde, y nos bajamos todos, incluso el Saxofonista y todos mis anhelos de haber sido su esposa. Lo corrí para darle dinero por tocar tan bien, pero el músico se fue corriendo a otro vagón, no sé si huía de la loca que lo corría (yo) o si tenía mucho apuro. Y así como él se fue corriendo, con él se fueron mis anhelos de conocerlo, mis esperanzas de amarlo y mis sueños de enamorarlo… Y obviamente, jamás lo volví a ver. 

Saxophonist_by_kayj

{Los músicos me vuelven L O C A}

4 commentaires:

  1. Capaz yo también me enamore de un músico bohemio alguna vez.

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  2. vivo estas situaciones constantemente, no con musicos sin no con bellezas que andan sueltas en Bs As y yo me pregunto DE DONDE SALEN. porque en los colegios que fui, los boliches en los que baile, a los cursos que asisti, jamas habia uno asi???????????
    Cansada de enamorarme y hacer planes de casamiento con gente que nunca mas voy a volver a ver. pensé en una solucion. TARJETAS DE PRESENTACION.!!

    pero para hacermelas primero voy a terminar mi curso de fotografia, asi puedo ponele a la tarjetita fotografa !!.

    y asi a partir d enoviemrbe ymi vida se llenara de bllezas exoticas !

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  3. jajaja, siempre me pasa lo mismo. Yo soy de una ciudad que nos conocemos todos, asi que cuando voy para Bs.As o LP, me vuelvo loca con cualquier chabon bohemio!! Son mi perdicion!!!! jajaja
    Un beso grandeee

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  4. yo tambien soy muy enamoradiza, y por confiar rapido en la gente y entregar todo de una, mas de una vez me di la cabeza contra la pared :P

    Y con mi novio, y con el tuyo que decis que te djó, todo puede pasar..yo no tengo la certeza de q lo mio sea eterno, ojala que si.. pero aprendi a disfrutar el dia mientras sea feliz. Y seguramente vos lo mismo!

    sos una dulce, siempre con tus comentarios!!!

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