mardi, janvier 12

La Chica y el Leopardo~

Agua, demasiado agua. Y entre las grandes piedras nos situábamos nosotras, todas nadando en las calientes aguas. Hablando, riendo a carcajadas, nadando, sumergiéndonos. Había gente que no veía desde hace mucho tiempo, Bah, en realidad no hablaba con ellas desde hace mucho tiempo. Nadie sabía lo que estaba por suceder, ni siquiera se lo imaginaban. Nadie, ni siquiera yo. Pero todas siguieron enfrascadas en sus charlas, en sus carcajadas, y con sus amigas. De pronto se escuchan gritos del más allá, nadie sabía quién gritaba, ni de donde provenía, pero eran gritos. Llegó corriendo la joven muchacha que no recuerdo su cara, ni su voz, ni su aroma. Sé que se tiró al agua donde nos encontrábamos, y siguió gritando. Decía que había un animal feroz, y que era imposible que se encontrara ahí. Pero ahí estaba. Era un Leopardo, que se acercaba como si fuéramos su presa, y murmuraba mi nombre. Decía que me quería a mí sola. Pero nadie entendía por qué. Así que todas, como si yo fuera una Reina a quién tuvieran que salvar de un ejército para que no fuera asesinada, se apuraron a esconderme bajo el agua y unas rocas que había por allí. Todas se enfrentaron a la gran bestia, diciendo que no me iban a entregar. Pero el Leopardo no se iba ir, no hasta que me tenga en sus manos. Así que para que no les hiciera nada a mis amigas, me entregué. Y el Leopardo cambió de forma. me agarró entre sus brazos y me dijo que me quería para él solo. Lo raro de esto es que adoptó la forma de un conocido, y que parecía no conocer tanto. Mi cabeza no entendía nada, mi mente daba vueltas y terminaba en quedar en blanco, sin pensar nada. Él me seguía teniendo entre sus brazos, y me miraba fijamente con sus ojos del color de la tierra. Yo seguía sin entender como es que terminé ahí con un hombre que se transforma en leopardo, y viceversa, ni como es que me quería a mí nada más, ¿qué tendría de especial? No sé. Pero bueno, ahí estábamos, mis amigas mirándome, y Él y yo en donde me habían escondidos mis amigas, abajo de la piedra. Y me dio un beso, y mientras tanto se le volvían los dientes de leopardo. Era raro, nunca había sentido nada así, imaginense, un Hombre que llega, te dice que te quiere a vos nomás y encima se transforma en Leopardo, estoy desconcertada. Le devolví el beso pero le dije que esta vez trate de guardarse sus dientes de animal. Y de pronto aparecimos en otro lugar. Como si el beso fuera un traslador. Como si fuera mágico. Estábamos en un lugar donde parecía que había habido una fiesta, con muchas cintas de colores, y dos anillos estában tirados en el piso. Parecía que había pasdo mucho tiempo ya desde aquél beso, pero yo seguía en sus brazos. Cuando vi esos dos anillos, se me vino ala cabeza un casamiento, algo que estaba por pasar. O un compromiso, algo que yo le iba a pedir al Hombre Leopardo que nunca me dijo su nombre, pero yo sabía muy bien quién era. Y nosé, era raro. El Hombre Leopardo me dijo que lo único que quería era que yo no lo traicionara, como si ya hubiera vivido suficientes traiciones. Yo le dijelo que él quería escuchar, que yo nunca había traicionado a nadie, y mucho menos lo iba a hacer con él. Después no recuerdo mucho más, recuerdo a mis amigas que también estaban allí, recuerdo seguir en sus brazos y volver a besarlo. Recuerdo el lugar, era como si fuera un castillo donde Él y yo éramos los dueños. Y después recuerdo haberme despertado de un sueño que parecía muy real y que me gustaría haberlo vivido. Porque fue raro, y tenía cosas que nunca iban a pasar. Qué feo es despertarse de un sueño en el que todo es perfecto.

¿Vieron? Así son mis sueños jaja

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