vendredi, mars 30

Príncipe de una historia sin fin, YA NO TE NECESITO ACÁ PART II

Como buena niña-mujer le encanta jugar, y eso es lo que usé para lograr llevarla al encuentro.
Le planteé lo siguiente: Una cuenta regresiva de 10 frases. Una por día.
Si alguna de las 9 primeras no le gustaba, yo no podría decirle la décima en persona.
Las cinco del inicio fueron unos recuerdos de nuestros primeros chats.
“¿Una canción de los redondos? Ah ni idea”
“Necesito contarte un sueño. (Y yo necesito que me los cuentes)”
“¿Viste qué buen video? Sí, no me gustó”
“¡Ya tengo la guitarra!”
“Hay que dejarlos ir…”
Los otros cuatro nacieron de un libro que le recomendé.
Gracias Andahazi, por tu talento mañana voy a poder mirarla a los ojos y decirle: “Éste es el último día que te voy a robar…”

A veces cuando me pongo muy nerviosa, mis brazos empiezan a picar y no hago otra cosa que clavar mis uñas hasta que la picazón cese. Esta vez, los nervios nunca calmaron hasta que lo vi, parado en una esquina de un bar, esperándome, como si fuera un galán de telenovelas. ¡Y qué telenovela fue nuestro encuentro! Horas preparándome para verlo, para que todo saliera muy perfecto. Y así fue.

Empezamos hablando de la vida y riéndonos de todas nuestras conversaciones en el chat, mientras tomábamos un trago. El tiempo pasó volando y el sol se hizo luna. Y cuando ya no quedaba más de que hablar, me besó como si fuese la última vez que me viera, como si no quisiera hacer otra cosa más que besarme y nunca se termine. Hermoso fue sentir en gusto de sus labios contra los míos y que aquél sabor delicioso inundara mis sentidos.

“Si venís a mi casa, te digo la última frase”, me murmuró al oído, por mi parte, me había olvidado del maldito juego.

“Claro que si”.

Y como si nada, en un instante llegamos a su casa y rápidamente terminamos en su habitación oscura y silenciosa, como a mí me gusta. “Quiero que me digas la última frase”, le dije y su rostro se transformó. “Éste es el último día que te voy a robar”, ¡qué romántico! Lástima que seas tan necio de creer que soy una de tus mujeres huecas. “No si yo te lo robo primero”.

Preso de mi perversión, en un instante mis hábiles manos tomaron las suyas y lo esposaron en el respaldar de la cama. A veces estamos tan confiados en que todo va a salir bien, pero no nos damos cuenta que siempre hay alguien mejor. Fui en busca de mi bolso, donde allí tenía mi arma de doble filo que tanto ansiaba usar. Volví para ver a mi víctima y me reí cuando vi que intentaba escaparse de mi trampa. “Es imposible, no intentes moverte porque va a ser peor” dije entre risitas nerviosas. Mientras esperaba el momento perfecto para el acto, caminaba de un lado para otro con la punta de mi cuchillo en mi dedo índice. Príncipe de una historia sin fin, ya no te necesito acá y lejos vas a tener que estar. No aguanto tu estadía perfecta ni tus palabras de aliento, porque en mi soledad tengo que morir. Una, dos, tres puñaladas en tu abdomen no bastaron para arrepentirme, tampoco tus gritos de dolor y agonía que tanto llenaban mi alma. Cuatro, cinco, seis, y así seguía la cuenta, después de ver que la luna estaba anunciando la media noche. Crimen perfecto y sangre por todos lados. Tus gritos se apagan después de la décima puñalada y ya no queda otra cosa más que silencio y tu murmullo descarado resonando en mi mente. “Éste es el último día que te voy a robar”.

A veces el amor te mata.

Éste es el último día que te voy a robar.

 

(Dedicado a aquél idiota que piensa cualquier idiotez.)

 

1 commentaire:

  1. Estupendas las cosas que nos dejas, un placer haber vuelto por tu casa.

    Saludos y buen fin de semana.

    RépondreSupprimer